domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Veinte años ? ... no son nada.


El mundo de hoy se vive al límite, sin tiempo para vivir, con poco tiempo para mal dormir y mal comer. Cuántas veces hemos escuchado las críticas de que cada día este mundo cibernético nos aleja del mundo real y palpable, qué cada día nos volvemos más ermitaños y apagados, qué muchas veces comenzamos a vivir sencillamente en automático.

Pero a cuántos de nosotros este pequeño mundo que se encuentra estructurado por un teclado, una pantalla y una conexión, nos permite viajar por mundos desconocidos, nos entrega información y nos abre la puerta a grandes descubrimientos y sí sabemos como buscar y encontrar nos permite aprender y alimentarnos del conocimiento con tan un sólo un click.

Cuántas amistades podemos comenzar a generar y con el tiempo pasen de ser una amistad virtual a una real y poco a poco entran en nuestras almas con un mensaje, una carita de msn, un abrazo, una sonrisa e incluso hasta una carcajada ... así de gratis. Eso fue lo que me ocurrió hace unas semanas y por este mismo medio lo comente y compartí con todos mis amigos reales y virtuales.

Hace varios años atrás ... (cof, cof), este tipo de comunicaciones eran algo impensable, era algo que sólo podíamos ver muy lejano o sencillamente en series o películas de ciencia ficción. Veinte años atrás finalice aquella etapa en la cual mis mayores preocupaciones estaban ligadas a tener que hacer una tarea, asistir de lunes a viernes a una aula de clases, sacar buenas calificaciones y alimentar mis conocimientos, con historia universal - nacional, ciencias naturales, fotosíntesis, álgebra, geometría, trigonometría, física, química, geografía, tabla de elementos periódico, blancas y corcheas. Y por qué no decirlo, alimentarme de amistades, aquellas que se hacen presentes desde tú niñez a tú adolescencia, que ven como tu cuerpo evoluciona de niña a mujer, que las haces participe de aquel secreto de tú primer amor, tú primera fiesta, tú primer beso y muchas veces tú primera desilusión aquella que piensas y sientes qué jamás podrás superar.

Hace veinte años pensé que esa etapa se cerraba y quedaría guardada y sellada con aquellos últimos recuerdos de una graduación, los últimos abrazos, lágrimas y promesas de nunca separarse. Pero evolucionamos, nuestras vidas inician nuevas etapas, construimos nuestros castillos con grandes sueños, comenzamos a buscar un camino que nos permita conocernos a nosotros mismos, pero en ese camino se nos impone o más bien nosotros nos imponemos el "debe", debemos estudiar para ser alguien en la vida, debemos entregar algo a la sociedad, debemos construirnos una familia, debemos abandonar la casa de nuestros padres para caminar solos y un sin número más de “debemos”, los cuales muchos de ellos nos llevan a grandes satisfacciones y muchos otros a frustraciones. Y en este camino muchos olvidamos lo que fuimos en esa etapa, esa etapa de niñez, de adolescencia, olvidamos y guardamos aquellas amistades y primeras travesuras en grandes baúles en los cuales muchas veces olvidamos dónde los dejamos y perdemos la llave para nunca más volver abrirlos.

Hoy gracias a esta tecnología, gracias a estos portales, se nos permite volver a buscar la llave, muchos la encuentran y se nos permite volver abrir esos recuerdos, hace varios meses encontré esa llave, pero no había tenido la oportunidad de abrir mi baúl y reencontrarme con aquellas amistades, con aquella niñas que me acompañaron en esa primera etapa, aquella que construyó los cimientos de quién soy hoy.

El día de ayer, me re-encontré con aquellas compañeras, aquellas amigas y aunque algunas han cambiado un poco el envase, su esencia y su contenido sigue siendo el mismo, que alegría y satisfacción re-encontrar aquellas que a pesar de los años siguen con las ansias de alimentar sus conocimientos con nuevos estudios ó especializaciones en sus áreas, aquella que con su gran risa, puede opacar la más entretenida conversación, aquella que con su loquera te recuerda que rodar por el pasto es lo más entretenido, aquella que con su voz melodiosa sigue siendo un canto para tus oídos, aquella que con su silencio te permite escuchar sus sentimientos, aquella que no para de hablar y aunque desearías desconectarla, no puedes porque te alegra y hace recordar que para ello esta la voz y la platica, aquella que igual que cuando se realizaban convivencias, sigue preocupada de cada detalle y que siempre la mesa este servida, aquella que igual que en las fiestas quinceañeras con un sólo par de tragos pronto se le apaga switch, aquella que te sorprende con una llamada y una frase imposible de reproducir, aún cuando se encuentre ubicada en el otro extremo del continente, aquellas que igual que en tu época de adolescencia aún se preocupan y acompañan para llegar bien a tú destino, aquella que aún se encuentra buscando su yo interno, aquellas que te hacen sentir que hablar de sexo, ya no es más un tema tabú, aquellas que traen sus maletas repletas de sorpresas y con sólo una peluca, una melodía y un recordado paso lunar, se transforma en su ídolo de los ’80, aquella que abre las puertas de su hogar para acogerte, igual como cuando eras una de las invitadas a su cumpleaños, aquella que sigue siendo fans de las fotos y te sigue a todos lados, para guardar aquellos momentos memorables, aquella que aún sigue luchando y amando a los animales hasta incluso querer salvar a indefenso insecto, aquella que por las ansias de pronto compartir y despertar los recuerdos, olvida apagar las luces del automóvil y la solidaridad de todas nosotras para asistirla y empujar ese carro al momento de retornar a su hogar.

Pero lo más importante que TODAS ELLAS, en su conjunto te recuerdan y te suben a la máquina del tiempo y te hacen revivir aquella niña, aquella adolescente, aquella alumna de un colegio de monjas ubicada en el segundo lugar de una lista del Colegio Santa Familia y que aún sigue cantando en lo más profundo de su alma ... Florecer, florecer.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sin Internet

Como se habrán dado cuenta me quede algunos días sin internet, y no es que mi vida de vuelta y sea una internet adicta, pero debo confesar que estos días sentí que algo me faltaba.

En varias ocasiones he estado sin internet, claro las veces que debo realizar trabajo de campo, o aquellos que sencillamente me voy de vacaciones a descansar algunos días al campo y sencillamente me desconecto de todo, pero estar en casa y sin internet ... fue algo catastrófico.

Primero recién venía llegando Lata de su viaje y quería saber todas sus aventuras y comentar también los días que habíamos pasado juntas, se estaba organizando nuestra junta anual de ex-compañeras de colegio, tengo varios amigos que están de cumple y quería enviarles mis saludos y sencillamente no tenía números telefónicos, todos están almacenados en mi hotmail.

Y mi proveedor de internet sencillamente me hacía sentir como pelota de ping-pong, de un lado para otro y sin encontrar una solución rápida. Pero luego de llamar reclamar, reclamar y llamar, llamar y reclamar ... Ya tengo Internet.