jueves, 21 de agosto de 2008

Enamórate de un Gran Hombre.

No estoy muerta, ni con mucho trabajo ... solo estoy algo complicada, y enredada en muchas cosas, mi musa aún esta de vacaciones o quizas estoy inmersa en aquellas cosas que no puedo escucharla ... solo espero que este tiempo pase pronto ... mientras les dejo esta historia que leí hace un tiempo en la vitrina de un Café en algún lugar de mi ciudad ....


"Palabras escritas por un Hombre ....

Es la primera vez que escribo sobre nosotros los hombres que siempre nos caracterizamos por ser el sexo fuerte, aunque muchas veces caemos por debilidad.

Un día, mi hermana lloraba en su habitación, con mucha nostalgia, observe que mi padre se le acercó y le preguntó el motivo de su tristeza, los escuché hablar por horas, pero hubo una frase tan especial que dijo mi padre esa tarde, que hasta el día de hoy, la recuerdo cada mañana y me llena de fuerza.

Mi padre acariciándole el rostro, le dijo:
-
"Hija mía, enamórate de un Gran Hombre y no volverás a llorar".

Me he preguntado tantas veces, cuál es la fórmula para llegar a ser un gran hombre y no dejarse vencer por pequeñeces. Conforme pasan los años, descubrimos que si tan solo todos los hombres lucharán por ser "Grandes de espíritu, de alma y de corazón"... ¡el mundo sería completamente distinto!.

Mi padre le decía:
-"No busques a un hombre que sólo hable de sí mismo, sin preocuparse por ti. Ni aquel que se pase las horas halagando sus propios logros. No te aferres a un hombre que te critique y te diga lo mal que te ves o lo mucho que deberías cambiar. ¿Para qué quieres a un hombre que te abandonará si no cambias, por un cabello más claro?, ¿Por unos ojos de otro color?, ¿O por un cuerpo más esbelto?..... Si no supo admirar la verdadera belleza que hay en ti."

Cuantas veces nos dejamos llevar por la superficialidad de las cosas, haciendo a un lado a quienes realmente nos entregan su sinceridad e integridad. Nos cuesta trabajo comprender que un GRAN HOMBRE, no es el que llega más alto, ni el que tiene más dinero, casa, carro, ni el que vive rodeado de mujeres, ni mucho menos el más guapo.

Un verdadero y gran hombre, es aquel ser humano lleno de transparencia, que no oculta sus verdaderos sentimientos ni se refugia en vicios de cortinas de humo, es aquel que abre su corazón sin rechazar la realidad, es quien admira a una mujer por sus cimientos morales y grandeza Interior.

Un Gran Hombre, es que él camina de frente, sin bajar la mirada, es aquel que no miente y sabe llorar su dolor.

Hoy mi hermana esta felizmente casada, y ese Gran Hombre con quien se caso, no era ni el más popular, ni el más perseguido, ni el más solicitado, ni mucho menos el más adinerado. Ese Gran Hombre es quien simplemente NUNCA LO HIZO LLORAR, es quien la hace sonreír por lo mucho que han logrado juntos, por todos sus recuerdos, por cada alegría que comparten.

Ese Gran Hombre, ama tanto a mi hermana que no se cansa de besar sus manos, y mucho menos sus labios, la quiere por quien ella ES y por lo que son cuando están juntos."


Luego de terminar de leerla, no puedo dejar reflexionar y preguntarme si tal vez ese Gran Hombre, esta cerca de nosotras y no nos hemos dado cuenta, o tal vez ya ha pasado por nuestras vidas y quizás este ahí en algún lugar esperando a ser DESCUBIERTO, por la Mirada de alguna Mujer.

martes, 12 de agosto de 2008

Las violetas del señor Cheng.


Apareció la musa y me trajo este relato de oriente un poco melancólico, espero que os guste. Besos y que sigais disfrutando del verano.


La primavera despertó esa mañana perezosa y el sol tímido a esas horas de la mañana sólo regalaba unos débiles rayos que caían sobre el loto del jardín del señor Chen.

Las aguas del pequeño estanque reflejaban las arrugas del anciano que con gesto pacífico fumaba un poco de opio sentado en su butaca de bambú.
Con la mirada perdida se recostó en su mecedora pensando en Li-Hu como todas las mañanas.

Si ella siguiera allí estaría sentada a su lado, y sobre la bandeja de madera que reposaba en el suelo estarían los restos del desayuno, sopa de miso, arroz y unos deliciosos lichis acompañados de té verde.

Si Li-Hu le acompañara no existiría ese silencio que le asfixiaba, su risa cantarina haría palidecer a las rosas mientras le contaba todo lo que había sucedido la tarde anterior en casa de los Pong, mientras él escucharía atento cada palabra, y con un pequeño peine cepillaría el largo pelo plateado de Li.

Ella refunfuñaría diciendo que hace mucho que dejó de ser una niña, para luego dejarse mecer entre los dedos de su marido que con la sutileza de un niño desenredaba su cabello.Su cuello aún suave y terso desprendía olor a flores y su boca de papaya le invitaba a que nunca dejara de besarla.

Li solía leerle leyendas tradicionales japonesas, historias de samurais, de reinas vengativas, de amores traicionados, de geishas… y él embelesado se creía el rey de cada cuento, el guerrero de cada historia, el samurai de su princesa.

Se conocieron en el mercado, ella era casi una niña que con voz melodiosa vendía pequeños ramilletes de flores y cestas de fruta.El ya había terminado sus estudios de medicina y acababa de comprarse una pequeña casa cerca del Santuario de las violetas.

Tímido y con la mirada baja se paseaba por los puestos de especias esperando encontrarla, pensando en que palabras le dedicaría, cómo iba a presentarse, como hacer que ella le quisiera.

El día que por fin sus miradas se cruzaron supieron que estaba escrito en el libro del destino que estarían juntos para siempre.

Hacía ya 10 años que Li le había abandonado y todavía le parecía verla preparando el miso de madrugada o en el altar de Binzuru-sonja el dios de la cura, rezándole rodeada de incienso y arrodillada en el tatami.

No quiso el destino que tuvieran descendencia y a Cheng se lo come la soledad en el pequeño huerto, y entre calada y calada sólo se deja acompañar por los recuerdos de su amada y venerada Li.

Ya queda menos para irme contigo, piensa mientras le lleva a su tumba violetas…